En el funeral del P. Giovanni Ferrando



Parròquia Sant Francesc de Badalona. 28 d’abril de 2012

Cuando fijamos la fecha del funeral del Padre Juan no caímos en la cuenta que el evangelio de hoy  seria el del buen Pastor. Y me alegra. Ser un buen Pastor es el deseo de todo sacerdote y también lo fue de Juan: Acompañar, cuidar, aconsejar, avisar, a veces proteger... Juan ejerció esta labor en los distintos ministerios que se le pidieron: en Santiago de Compostela,en Nuestra Señora del Rosario de Lloreda,en Roca i Pi, aquí en Sant Francesc, en Can Ruti, en la Farga de Bebié. Y en todas partes hay personas que le recuerdan y que en estos días nos han hecho llegar su condolencia. Personas que se sintieron queridas y acompañadas por Juan. Personas a quien él pastoreó, algunas hasta la muerte. Este es el mejor legado que nos deja.

 Y todo ello lejos de su Génova y de su Roma nativa. El Señor le llamó a seguir los pasos luminosos de San Jerónimo Emiliani con la juventud y con los huérfanos. A pesar de haber pasado al clero diocesan siempre se sintió vinculado a la familia Somasca y unas semanas antes de su muerte quiso venir a despedirse de ella aunque las piernas casi no le sostenían.

Como párroco no puedo hacer más que agradecer el don de haber tenido su ayuda durante quince años. Creo que nunca nos enfadamos aunque tuvieramos puntos de vista distintos. Cuando marchaba de viaje nunca faltaba una postal y al regreso un obsequio.

Precisamente en la hoja dominical de este domingo aparece su esquela.

Todos sabemos que una de las pasiones de Juan fue la música, el canto gregoriano, el acordeón, la guitarra... y el órgano que ha sido su gran legado a esta comunidad cristiana. Juan estaba persuadido de las bondades terapéuticas de la música. Y le agradaba mucho dirigir los cantos convencido de que quien canta reza dos veces . Y gozaba impartiendo sus sesiones de musicoterapia con los ancianos de Roca i Pi.  También de las propiedades de la reflexoterapia que llegó a practicar con muchos incluso al Cardenal Casaroli, secretario de Estado del Papa con quien coincidió en unas vacaciones. Esta es otra de las imágenes de Jesús, que lavó los pies de sus apóstoles como signo supremo de servicio.
Juan Ferrando peregrinó a Montserrat a pie con muchos de vosotros hasta que pudo. En esta imagen le vemos en una ocasión, atendiendo al último, cuidando sus pies: todo un signo.
Sin la presencia habitual del P. Juan esta parroquia ha quedado un poco huérfana. Él era el mayor de los sacerdotes que estamos a su servicio, a vuestro servicio. Estaba muchas horas presente aquí. Le preocupaba el edificio y los pequeños fallos de la construcción. Era exigente con los demás, porque lo era consigo mismo. Ha muerto sencillamente, yo diría pobremente, como ha vivido. El dolor también le ha purificado… Ha tenido la bendición de la proximidad de Cristina, de Juan Piera, de Antonio González y de los que hemos procurado que tuviese calidad de vida en este medio año largo y duro. Ha muerto en casa.  La muerte siempre nos parece prematura, Juan era muy vital y estaba aferrado a la vida. “Juan, déjate ir, le decía con cariño la doctora Estrella de PADES”. Y Juan, que creía también firmemente en la resurrección de la carne, creía en el paraíso, y se sentía en paz y preparado para llegar a él, al final se dejó ir.

¿Quien tomará la antorcha de Juan Ferrando? Hace poco el obispo de Girona recordó que si él era sacerdote es porqué cuando murió el párroco de su pueblo, el oficiante les hizo esta misma pregunta. Y él se planteó: Y yo ¿por qué no?

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